Los investigadores aseguran que los alimentos, una típica comida de la Edad de Hierro, fueron cocinados en una olla de barro
21 julio 2021 |
Cuando se le practicó la autopsia al cadáver en 1950, sus intestinos estaban intactos y el tubo digestivo se extrajo de una pieza con su contenido aún en su sitio.
Ahora, los expertos del Museo Silkebor, en Dinamarca (donde se preserva la momia) aseguran haber utilizado unos pocos mililitros de material del intestino para reconstruir la última comida del Hombre de Tollund con más detalle que nunca, incluso el modo en que fue preparada.
El nuevo análisis revela que ingirió una comida típica de la Edad del Hierro a base de pescado y gachas. Esta papilla "bastante nutritiva" incluía cebada, semillas de lino, semillas de persicaria pálida y rastros de otras 20 especies de plantas en "cantidades insignificantes". Según los expertos, los alimentos fueron cocinados en una olla de barro, probablemente usando agua de un lago o de un pantano.
"De esta forma, nos acercamos mucho a una situación específica del pasado: casi se puede imaginar cómo estaban sentados junto a la chimenea preparando la papilla de cebada y el pescado", dijo Nina H. Nielsen, autora principal del estudio.
Además, entre los ingredientes se detectaron residuos de la trilla, como arena, carbón y semillas de Polygonum lapathifolium, una especie de maleza de la familia de las poligonáceas.
"Por ahora, no sabemos si el uso de desechos de la trilla en la cocina de la Edad del Hierro era una práctica normal o si este ingrediente solo se usaba en ocasiones especiales como sacrificios humanos", señaló Nielsen.
Por otro lado, los investigadores también descubrieron que el Hombre de Tollund tenía varias infecciones parasitarias, probablemente porque consumió carne poco cocida y agua contaminada en algún momento antes de morir. Entre los parásitos se encontraron huevos de tricocéfalos y otros gusanos. Este tipo de infecciones indican una mala higiene, ya que suelen transmitirse por los huevos presentes en las heces humanas.
Los investigadores afirman que el estudio demuestra "lo beneficioso" que puede ser "volver a analizar el contenido del intestino de las momias de los pantanos" para revelar secretos del pasado, ya que, debido a su excepcionalmente buena conservación, pueden proporcionar información detallada sobre cómo falleció la persona, sobre su última comida, su salud o su entorno.