Taboga, la conexión con la conquista del Imperio inca

Desde la isla de Taboga se fraguaron los planes para ocupar el Perú. Una calle que atraviesa la isla no solo le hace honor a Francisco Pizarro, sino que es un testigo mudo del paso de los españoles por esta ínsula

22 mayo 2019 |

Taboga, la Isla de las Flores, es un paraíso turístico en el Pacífico panameño. Un pueblo pequeño que apenas llega a los 1,629 habitantes. Sus callejones estrechos todavía mantienen en pie edificaciones que han sido y siguen como testigos mudos de una historia que se empezó a escribir desde antes de la colonia española y que todavía no llega a su última página.

Ubicada a la entrada del Canal de Panamá, en el Océano Pacífico, más que una isla de pescadores y con tierra fértil para el desarrollo de especies florales, fue utilizada como punto estratégico de expediciones de la conquista hacia el sur de América.

En el siglo XVI no se conocían todos los rincones del planeta, eran pocos los hombres que se atrevían a adentrarse en las aguas de los mares y las selvas vírgenes del entonces denominado ‘Nuevo Mundo'. El mismo que vislumbró Américo Vespucio.

Francisco Pizarro fue uno de los españoles que, con espada en ristre y morrión, dirigió algunas de las expediciones a las tierras incas antes de conquistarlas, tras vencer un ejército de 40 mil combatientes, con apenas poco más de un centenar de hombres.

Una batalla que tenía como botín principal la toma de las tierras, el oro, las perlas y demás tesoros del emperador Birú (terminó inca que dio origen al nombre Perú).

La exuberante vegetación se convirtió en el escenario perfecto, donde a escondidas se fraguaron los planes secretos para la operación y saqueo del Imperio inca. Hermosos paisajes y vestigios de una época que pasó, guardan las vivencias coloniales, esas en las que los españoles organizaron su osado plan conquistador.

Desde el viejo continente, Hernando De Luque, Diego de Almagro y Francisco Pizarro fueron los cabecillas españoles que cruzaron el Atlántico para establecerse en la isla panameña y emprender la odisea que concluyó con el sometimiento de los pueblos originarios peruanos.

LA IGLESIA Y LA CONQUISTA

Como en toda expedición y plan conquistador, la Iglesia católica, con el aval de la corona española, jugó un papel crucial. El sacerdote español Hernando de Luque, uno de los artífices del plan, fundó San Pedro de Taboga a orilla de la playa de la entonces despoblada isla.

Hoy yace sobre una ruina de mampostería de la época colonial una placa de cerámica que reza: ‘Después de su fundación en 1524, el canónigo Hernando de Luque se hace construir una magnífica mansión de descanso donde pasaba temporadas. Se cree que estas ruinas son los remanentes de dicha quinta'. Allí se evidencia que el mensaje fue plasmado después de la muerte del religioso.

El edificio de calicanto fue levantado para instalar el primer monasterio en la isla, señaló el historiador Jorge Conte Porras.

Transcurridos los siglos, las ruinas se convierten en un referente histórico del paso del sacerdote por este territorio, que el escritor panameño Rogelio Sinán definió como la ‘Isla Mágica'. Datos históricos recabados por La Estrella de Panamá se convierten en el complemento que hace referencia al protagonismo del personaje que financió las expediciones que llevaron a los colonizadores a las tierras del Imperio inca.

LOS SOCIOS

Su compañero, Francisco Pizarro, comenzaría sus andanzas por el Nuevo Mundo con 24 años de edad. Viajó a América, como tantos de sus coterráneos, seducido por la aventura y la posibilidad de hacerse rico, despojando a los indios de sus tesoros. Arribó como soldado, convencido de que sería difícil ascender por su condición de hijo ilegítimo y carente de educación.

Una situación inesperada le cambió el rumbo. Eran años difíciles en los que los españoles trataban de asentarse en territorio americano luchando contra los indígenas. En una de las expediciones, cuya intención era tomarse el golfo de Urabá, el conquistador Alonso Ojeada fue herido en una pierna por una de las flechas envenenadas que usaban los nativos para frenar la avanzada española.

Pizarro, a sus 32 años de edad, pasó de ser un militar anónimo a ser capitán y jefe de la expedición. En 1522, el español huyó a tierras panameñas esperando en vano que arribaran refuerzos para la conquista del golfo de Urabá.

En suelo patrio, el español se enriqueció; se hizo alcalde de la ciudad y construyó una residencia en la Isla de las Flores, a orillas del mar. Todavía permanece, aunque restaurada para encarar el deterioro de los años. Aún conserva una pared de calicanto.

La propiedad, ubicada en una calle que honra al conquistador peruano, fue adquirida por un ciudadano francés.

Pizarro era copropietario de una compañía minera de oro. En la isla tenía a su servicio más de un centenar de indígenas de los que, además, recibía tributos. También en Taboga se dedicó a la agricultura y a la venta de materiales para la construcción de nuevos barcos.

Era un hombre ambicioso en busca de honra, riqueza y reconocimiento. Y, motivado por las narraciones del español Pascual de Andagoya sobre el imperio incaico, emprendió una aventura. Se asoció con Diego de Almagro y De Luque para fundar la Compañía de Levante, encaminada a la conquista de Perú.

LOS TRES VIAJES

Las carabelas ‘Santiago' y ‘San Cristóbal', en las que viajó a suelos incas, fueron reconstruidas en el Astillero Los Pinel, que estaba ubicado justo al lado de la casa de Pizarro. ‘El español comunicó su proyecto de conquista a sus socios y ordenó la reconstrucción de dos navíos', aseguró Gilberto Botello, cuentista tabogano.

La leyenda cuenta que antes de zarpar hacia el Sur del Pacífico, Almagro y Pizarro asistieron a una misa oficiada por Luque. En la ceremonia, el sacerdote partió una hostia y los tres comulgaron como testimonio ante Dios y ante los hombres de su confianza.

La iglesia, aún en pie, es considerada la segunda más antigua del continente y un patrimonio histórico del paso de los españoles por la isla.

En 1524, Almagro y Pizarro emprendieron la expedición en el ‘Santiago' hacia el Sur del Pacífico de América, desde la isla de Taboga. Después de dos intentos fallidos, en 1531 partió del Istmo de Panamá a la conquista definitiva del Perú. Después de establecer contacto con el emperador inca Atahualpa, Pizarro lo obligó a convertirse al cristianismo y a aceptar la autoridad del rey Carlos V. Y posteriormente, un año después, en 1532, ordenó estrangularlo, lo que supuso el final del Imperio inca y la conquista de los españoles.

Las únicas ruinas que dan cuenta de esta historia en Taboga están en riesgo a causa de una decisión de las autoridades de conceder un terreno para un restaurante en un área reconocida como patrimonio histórico, reveló una fuente de entero crédito.

Espere mañana la segunda entrega: ‘Patrimonio histórico en peligro'.

SUSPENDEN OBRAS EN SITIO HISTÓRICO

PATRIMONIO UNIVERSAL

La Dirección Nacional de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura (INAC) suspendió temporalmente las obras para la construcción de un restaurante en un área del Conjunto Monumental Histórico de Taboga.

Después de una inspección de la institución en un área conocida como el embarcadero y en las murallas perimetrales se observaron movimientos de tierra a cinco metros de distancia de las ruinas donde se erigió el monasterio del sacerdote Hernando de Luque, fundador de la isla de Taboga. ‘Afortunadamente se actuó a tiempo, y no se registró la pérdida de ningún elemento de valor patrimonial', expresó el INAC en respuesta a una solicitud de La Estrella de Panamá .

‘El muro antiguo de calicanto aledaño a la rampa del embarcadero aún está en pie, al igual que los muros que delimitan el mismo embarcadero', agregó la institución. El INAC aseguró que desconoce los detalles del proyecto y que decidió suspenderlo al no encontrar autoridades que respondieran al momento de la inspección.

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