Elecciones en Italia: políticos poco implicados, votantes desilusionados

Sin renegar de sus amistades, Giorgia Meloni hace una campaña conservadora y atlantista, sin los tintes nacionalistas y reaccionarios de sus anteriores discursos.

14 septiembre 2022 |

Los italianos elegirán su nuevo parlamento el 25 de septiembre. Para ganar, los partidos de derecha se han unido en una amplia coalición que va desde Silvio Berlusconi hasta la postfascista Giorgia Meloni, heredera del Movimiento Social Italiano. Juntos, se prevé que ganen según todas las encuestas y que incluso consigan una mayoría lo suficientemente sólida como para reformar la Constitución. El centro y la izquierda presentan divididos.


A 12 días de las elecciones, el ambiente es un poco tenso. Nadie quiere hablar de sus opiniones políticas. Los italianos no querían estas elecciones anticipadas. Mario Draghi era el político más popular del país. Y no hubo ninguna campaña real. Como se va a votar un Parlamento más pequeño, reducido casi a la mitad, y con listas bloqueadas, los partidos pasaron semanas eligiendo a sus candidatos en lugar de hacer campaña. Han sido desordenados, a veces contradictorios, difíciles de seguir. Casi no ha habido mítines, ni debates en televisión. Hasta anoche, 12 de septiembre, no se produjo un encuentro cara a cara entre los dos principales opositores.

Un intercambio convencional y aburrido
Anoche, en la página web del Corriere della Serra, los italianos pudieron seguir un debate en el que cada orador fue invitado por turno a responder a la misma pregunta del director del periódico. Por primera vez, codo con codo, los dos principales candidatos a suceder a Mario Draghi en el Gobierno se enfrentaron a los grandes temas de esta campaña. Sobre la Unión Europea, el uso de los fondos del plan de recuperación europeo, el gasto y la deuda del Estado, los salarios, los impuestos, la justicia, la inmigración y la constitución del país. Están en desacuerdo en todo, excepto en el apoyo a Ucrania.

Cada uno reivindica los valores de Italia, pero no los mismos: Dios, la patria y la familia para la líder de la derecha, Meloni. Una sociedad abierta, diversa, democrática y consciente del medio ambiente para su oponente de izquierdas, Enrico Letta, que ve este 25 de septiembre como un día histórico, una elección para los votantes entre dos italias, como lo fue el Brexit para los británicos.

Desencanto italiano
Los que voten el 25 de septiembre lo harán arrastrando los pies. Pero lo más grave es que cuatro de cada diez italianos no saben si van a votar o a quién van a votar. Sin embargo, no faltan los problemas graves que son cruciales para el país. La crisis energética, la recuperación económica, la inflación y la inmigración están en el centro de las preocupaciones de los italianos, pero este verano boreal los partidos se han dedicado a denigrar a sus adversarios.

La derecha acusa a la izquierda de socialismo a costa de las empresas, mientras que la izquierda acusa a la derecha de ser fascista. El discurso dominante es "vótanos porque los otros son peligrosos". La opinión pública está totalmente desilusionada. Sólo uno de cada tres italianos cree que las elecciones sirven para cambiar algo. Y tienen argumentos. La primera es que Italia es un país de coaliciones, que cambia de gobierno por término medio cada dos años, y que últimamente hemos visto alianzas heterogéneas en el poder, imprevisibles en época de elecciones. Por lo tanto, muchos votantes sienten que su elección no importa. Además se vota con una nueva ley electoral, totalmente incomprensible para el ciudadano medio, y muchos votantes siguen sin saber siquiera quién se presenta en su circunscripción. Así que todo esto no es muy movilizador.

Giorgia Meloni, líder de Fratelli d'Italia, a las puertas del poder
El gran favorito en las encuestas es romana. Se trata de Giorgia Meloni, la líder del partido Fratelli d'Italia, cercana a Victor Orban, Steve Bannon y el partido español Vox.

Sin renegar de sus amistades, Giorgia Meloni hace una campaña conservadora y atlantista, sin los tintes nacionalistas y reaccionarios de sus anteriores discursos. Para convertirse en la primera mujer que gobierna Italia, tiene que mantener su base de extrema derecha y justificar la confianza del electorado demócrata-cristiano de derecha.

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