'Sonic 2. La película' - Corre hijo, corre todo lo que puedas

Si no fuera por Jim Carrey, 'Sonic 2. La película' podría haber sido una película de animación. O debería de haber sido una película de animación

04 abril 2022 |

Si no fuera por Jim Carrey, 'Sonic 2. La película' podría haber sido una película de animación. O debería de haber sido una película de animación. En esencia ya lo es. Y es que el Robotnik al que interpreta un desatado Jim Carrey es el único personaje humano que tiene algo que aportar, o algo que decir que nos importe o sea relevante en alguna medida: La medida de un villano que disfruta de su villanía cada segundo de metraje.

Hasta aquí, una obviedad una vez vista su primera parte: Carrey es el idóneo para interpretar el papel de un dibujo animado. Como también se puede decir que es una obviedad, dado el éxito de dicha primera entrega, que esta secuela es más de lo mismo. Más, que no necesariamente mejor aunque eso importe poco cuando Sonic, Tails, Knuckles y el mencionado Robotnik entran en juego. Todo lo demás... está de más.

Y además, lastran un conjunto que se alarga innecesariamente hasta las dos horas. Esta vergüenza por incorporar a los humanos como algo más que un fondo contrasta con la desvergüenza de los momentos en los que no están ni de fondo. No es una gran película, algo de lo que es plenamente consciente y que utiliza a su/nuestro favor: En vez de avergonzarse de lo que es como otras adaptaciones de videojuegos, lo abraza con alegría.

Y con cariño: Se siente que la película está hecha por alguien que conoce y le gustan los videojuegos, siendo evidente incluso para un servidor que no ha vuelto a jugar al Sonic desde los tiempos de la Game Gear. 'Sonic 2. La película' transmite ese buen rollo de los videojuegos de los 90 que hacían de su pragmática sencillez su mejor arma. Un concepto claro y simple pero bien definido: Darle espacio a Sonic para que corra a gusto.

Esta secuela acepta y asume las carencias y las virtudes de la primera, y las potencia sin más pretensión que la de ofrecer un pasatiempo aún más resultón, por acoso y derribo y tan emocionante como a la vez desechable. Incluso a pesar de la presencia de los malditos humanos. Más, que no necesariamente mejor aunque sí más disfrutable. Porque ahora sabemos a lo que venimos. Y sus responsables saben que lo sabemos.

De ahí que esta tontería hecha película funcione de una manera sorprendente satisfactoria: Porque nos deleitan con la tontería que justo estábamos esperando encontrarnos.

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