La inflación general se situó en el 3,9% en agosto, el máximo desde 1993
15 septiembre 2021 |
En un debate televisado el domingo entre los candidatos que compiten por sustituir a la canciller ni siquiera se mencionó de forma específica la inflación. La huelga de los trabajadores del ferrocarril, que exigen un aumento de sueldo, tampoco se ha caracterizado por la retórica sobre el aumento de los precios. Ni siquiera los medios de comunicación han destacado en exceso el salto más rápido de los precios al consumo desde 2008.
Este silencio contrasta con lo ocurrido hace una década en la zona euro, cuando Alemania se echaba las manos a la cabeza con las economías más laxas al estilo del sur de Europa recordando precisamente la hiperinflación de Weimar. Así lo constata a Bloomberg el acádemico Ferdinand Fichtner, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berlín, que ve el escenario "sorprendentemente tranquilo en comparación con lo que se hubiera esperado hace 10 años". Incluso, pronostica, el tema no saldrá a la palestra porque hasta los comicios "no habrá nuevas cifras de inflación".
Que la habitual histeria en torno a la inflación se haya contenido supone todo un alivio para el Banco Central Europeo (BCE), que frecuentemente ha sido visto en Alemania como un contrincante por sus políticas contra la crisis y los tipos de interés negativos. En 2012, su entonces presidente, Mario Draghi, recibió un casco prusiano del tabloide Bild Zeitung como recordatorio de su deber de respetar la disciplina en torno a los objetivos de inflación.
Dentro del ruedo político alemán, llama la atención que el considerado partido ultra AfD no haya aprovechado este repunte de la inflación para hacer campaña contra lo que la alta funcionaria y dirigente de la formación Alice Weidel ha descrito como "la forma más antisocial de redistribución".
Entre los otros partidos apenas se han dado menciones puntuales. "La política de tipos de interés cero del BCE no puede continuar, sobre todo cuando vemos una mayor inflación", ha dicho recientemente Friedrich Merz, portavoz de economía de la conservadora CDU de Merkel, junto al líder del partido, Armin Laschet. Ambos presentaron un programa económico de ocho puntos, pero la política monetaria y su afirmación de tomarse "muy en serio" el aumento de la inflación figuraban en último lugar en el plan, y no recibieron preguntas al respecto. Por su parte, el candidato socialdemócrata, Olaf Scholz, dijo la semana pasada que había que vigilar de cerca la inflación, aunque tanto él como sus rivales de los Verdes se han centrado más en la espiral de los alquileres.
Esta 'relajación' respecto al tema se refleja en las prioridades de los ciudadanos, sobre todo en las primeras elecciones para los votantes nacidos desde la llegada del euro. Cuando se les preguntó por los mayores problemas a los que se enfrenta Alemania, el 43% de los encuestados citó el clima y el medio ambiente, el 30% la pandemia y sólo el 6% la situación económica, según una encuesta de la ZDF cerrada el 10 de septiembre.
Esto es algo notable teniendo en cuenta que, tradicionalmente, los medios de comunicación han destacado con frecuencia los precios al consumo, que aumentan más rápidamente ahora que en 2011, cuando hubo cierta alarma entre la opinión pública. "A algunos periódicos les gusta hacer campaña contra las altas tasas de inflación y despertar los viejos espíritus, pero el discurso también ha cambiado", explica a Bloomberg Philipp Heimberger, economista del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena. "El debate público sobre la política económica y la inflación es diferente".