El Corpus Christi en Panamá

Andrés tiene cuatro años y está disfrazado de Gran Diablo, el mismo nombre de su agrupación de danza. Su pequeña vestimenta hace que forme uno más del desfile del Primer Paseo de Danzas del Corpus Christi celebrado en Ciudad de Panamá.

08 julio 2019 |

Le hace ilusión, tanta que hasta le pide a los otros niños que le peguen con la famosa vejiga de piel inflamada, típica de los diablos sucios del Corpus Christi, una de las fiestas más famosas del país.

"Esto lo hace porque el quiere, sino no estaría yo sentada al sol", dice su madre Gabriela mientras ríe y admite que ella preferiría que "el niño" se hubiese vestido de pollero hombre, el traje folclórico del país.

Mientras Andrés salta y corre sobre el asfalto, el resto de niños disfrazados de distintos tipos de diablos descansan con su espalda pegada a la pared de la Iglesia de la Merced, en el casco antiguo de Ciudad de Panamá.

Esta iglesia de estilo colonial es la única que proporciona algo de sombra, lo que hace que los padres aprovechen y pongan los últimos adornos a los disfraces de los niños. Ellos son los protagonistas del día.

El Corpus Cristhi llegó el país centroamericano en la época colonial de la mano de los españoles. A pesar de que se arraigó en toda la región, en algunas zonas como La Villa de Los Santos (a 250 kilómetros de Ciudad de Panamá) o La Chorrera (a 38 kilómetro de la capital) ya forma parte de su cultura popular.

Pero este fin de semana la Asociación de Directores e Instructores Folclóricos de Panamá Capítulo Panamá Centro (ADIFPE CPC) decidió recrear esta tradición en el centro de la capital panameña. Alfombras de colores, bailes y artesanía colorearon la Plaza de la Catedral durante tres días.

Así es el caso de Miguel Altamiranda, de ADIFPE, quien lleva en la plaza desde las cinco de la mañana para hacer la alfombra serrín que él mismo ha diseñado.

"El dibujo representa el cuerpo de cristo, y los colores fueron fluyendo según íbamos haciéndolo", comentó a EFE mientras ríe porque un niño sin querer pisó parte de la alfombra y hubo que reconstruirla.

Debajo de una carpa se encuentra Dayra Espinosa, quien coloca con mucho cuidado sus obras artesanales. Este año consiguió el carnet de artesana, y por fin puede venderlas con sello propio, sobre todo el diablo sucio que ella construyó con porcelana fría y ganó la categoría de cerámica y alfarería de la feria de artesanías.

DANZA ENTRE EL BIEN Y EL MAL

Deivys Fernández tiene 20 años y lleva seis bailando folclore. Está bajo el sol disfrazado de San Miguel Arcángel, "el ángel que custodia el alma".

"La danza de nosotros se trata del bien y del mal, yo custodio el alma para que el diablo no se la lleve", dijo a EFE el bailarín, que pertenece a la Agrupación Chepo Proyecciones y Cultura.

A su lado se encuentra Cristian González, "el diablo mayor". Juntos encabezarán el desfile y representarán las raíces de esta fiesta religiosa, pues esta danza fue creada "para evangelizar a los indígenas, los españoles en la antigüedad los asustaban diciéndoles que los demonios se los iban a llevar, y así meterlos en el catolicismo", contó a EFE.

Ambos se colocan a un costado de la iglesia de la Merced, detrás cientos de niños disfrazados de diablos sucios, con máscaras artesanales y trajes rojos y negros, y diablos espejos, llenos de colores y un gran cristal sobre sus máscaras, se preparan para comenzar.

Desfilan hasta la catedral, acompañados de música y de sus padres, quienes les miren ilusionados. Al fondo de se ve una nube negra, truena y ellos aceleran el paso. Llegan a la plaza central, comienza a gotear y todo se empieza a despejar.

Gabriela le seca el sudor a Andrés, quien está cansando y le pide un helado a su padre. Se va alegre y deja atrás a las alfombras, ya algo borrosas por el agua.

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